En mis amaneceres en vela en tiempos de búho la radio hacía de compañera de fatigas haciendo de la velada y el servicio algo más ameno, de entre las emisoras que estaban siempre conmigo muchas de ellas eran dignas de atención total. Quien a sufrido las largas horas de plantón, en carretera o de ronda infernal me comprenderá bien, llega un punto en que te sientes unido a un programa, a un locutor, incluso a una línea editorial y de epilogo de tu pensamiento. Acabas respetando ese mundo de los que através de las ondas te acompañan.
La compañia de la radio abre un mundo intelectual que te completa y más cuando eres un amante del periodismo de vieja escuela.
Y ciertamente hecho de menos esos debates, esos diálogos, esa cultura. La cual a mi pesar se pierde cada vez más. Quedando en el olvido de la vieja escuela y en nuestra memória intacta. Si soy un carca en algunos aspectos. Pero esta sociedad necesita debate, necesita unas bases culturales que te hagan pensar por ti mismo. Y no el sindrome del borrego actual.
Tenemos que pensar
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