Nos llevó por el sendero de la mano izquierda a conocer los caminos más profundos de la conciencia hasta las puertas de Shangri-la, con sus garras abrió los frondosos caminos del corazón haciéndonos participes de un pacto de sangre que nos llevaría afianzar aquel lobo feroz que yace en nuestro corazón.
Fernando Sánchez Drago nos acercó el mundo del entre página al común de los mortales, nos enseñó la pasión de recorrer las líneas en busca de la expresión más visceral del entorno. Comprendimos la diferencia entre culturas y el misticismo que las formo, encontramos potenciales historias ocultas allá donde pocos habían transmitido el conocimiento.
Hoy es un triste día para la cultura.
Adiós Don Fernando
nos vemos en la mesa del café de la opera del caos.
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