miércoles, 19 de octubre de 2022

El sentimiento de la vieja escuela arqueológica

A menudo me pongo en la mente y la piel de aquellos grandes exploradores, arqueólogos, entusiastas del conocimiento de su entorno, amantes de lo desconocido y conscientes del peligro ante sus limitaciones.

Aquéllos que se adentraron en lo más profundo de los continentes desconocidos para occidente y su clasismo. Muchos en busca de respuestas, otros por un fin comercial, pero todos ellos en busca de la sensación de control de su libertad. Hacerse legendario, reconocido era el veneno de la doble moral de la arqueología de los viejos tiempos. El atractivo del descubrimiento... Ese era el motor principal de la motivación.

Pero por un momento, cierren los ojos y piensen en las miles de sensaciones, la adrenalina cargando el alma de un modo completamente desbocado, el misterio y sus variantes miedos estremeciendo la piel. La vista cansada por las horas en vela, el cuerpo maltrecho y cansado por el tremendo esfuerzo y más de una enfermedad desconocida.. hacían mella en la mente y el corazón de toda la expedición, las miles de falsas ocasiones en que pensaban estar ante algo relevante... Les destrozaba mentalmente. Las presiones de los gobiernos y sus gobernantes, las puñaladas traperas de los financieros, la deserción de los compañeros de viaje incluso la perdida de alguno de ellos. La idea del no regreso al hogar... Todos esos fantasmagóricos sentimientos atacando cuerpo y miente. El clima acompañando la tortura cual cómplice ferviente. La esperanza rota y lentamente desapareciendo cual gotas de la cantimplora. Entonces, solo entonces ante el momento menos esperado, cuando ya parecía imposible, un grito, una mano temblorosa, el repicar de sus palas, las brazadas de las cerdas de sus brochas o bien un machetazo certero a los pies de la raíz más alta...les informaban del éxito.

Y su alma estallaba...su ser crecía hasta límites insospechados...

Esas son las motivaciones que fielmente envidio de ellos... Y las lecciones del esfuerzo que no deberíamos dejar perder.

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