Llegará el día en que mirarán nuestra existencia con ojos de entusiasmo, seremos redescubiertos y adaptados a los nuevos conocimientos de un mundo evolucionado a partir del nuestro. Formaremos parte de la historia posible contada desde un espectro de lo que ahora llamamos presente. Nuestros nombres serán olvidados, nuestros actos ignorados, nuestros pasos borrados del camino por vientos acumulados entre la maleza de lo que un día fuimos, la importancia que ahora nos damos será simplemente irrelevante.
Alguno de nuestros objetos poco valorados pasarán a formar parte de estantes del museo del pasado, seremos objeto de curiosidad para aquellos que quieran saber de dónde vienen y a dónde van.
El olvido marcará las etapas de los libros de historia, y las guerras, los conflictos y los errores de la sociedad quedarán como simples anécdotas.
Una vez te planteas este futuro. Te das cuenta que más vale vivir con el entusiasmo de tu presente que con el sueño de una impronta en el futuro. Debemos vivir acorde a nuestra felicidad actual sin precipitar el paso del tiempo, el cual es inexorable ante nuestra existencia.
No se trata de tristeza, ni de hundimiento de las esperanzas, sino de la más cruda realidad.