Para nosotros traidicionalistas melancólicos, existen factores del cambio climático que nos desconciertan, dejando a un lado los obvios y conocidos. Estos pequeños grandes cambios, rompen la rutina esencial de algunos momentos cargados de pasión y experiencias que se te grababan a fuego en la mente.
Aquellos fríos inviernos en que acurrucados en los brazos de nuestros abuelos ataviados con aquellas gabardina compactas nos llevaban a traición de nuestros padres, a tomar un buen chocolate con churros o un cucurucho de aquel papel de cartón , repleto hasta las dobleces de castañas, boniatos o dulces buñuelos de viento. Aquellos momentos de ostracismo e introspectiva ante una buena hoguera, o bajo el amparo de la calefacción, la bata, el pijama o el jersey tejido por las manos de tu abuela... mientras entre tus manos yacía a salvo una taza complaciente de caliente cual infierno, café, té o el chocolate a la taza.
¿Que serán ahora de los inspiradores momentos como aquellos?
Como nosotros hijos de la nostalgia recordaremos los viejos tonos del invierno mas crudo?