Soy un ferviente practicante de un credo ya olvidado, dogma a la escucha de aquellos que mas bien pueden guiarnos en nuestra vida, mi iglesia es cualquier banco, esquina o incluso silla de aquellas plegables de madera de la de antes. en la que bien asegurados del frio y afianzando el calor si así el cuerpo lo pide, sientan sus posaderas aquellos grandes profetas de mi credo, los ancianos, victimas vivas del paso del tiempo, fieles al detalle, necesitados de escucha, ya que ellos tienen la clave de lo que nosotros desconocemos. A mi pesar las nuevas sangres han perdido el credo, el respeto, la honra y el interés...sin darse cuenta que con su descuido y dejadez están matando a la vieja conciencia, el consejo ligado siempre a la buena experiencia aquella de causa, aquella de vieja escuela donde al dolor dabasele el remedio perfecto.
Es triste pensar en que yo no pude hacerlo pero si que se que mi hijo en mi cojera consejo y de ahi mis nietos a los que espero no serles sino algo a seguir de ejemplo.
Recuperemos mi credo, hagamos todos intento, escuchemos a nuestros mejores maestros.